Todos tenemos un propósito para cumplir aquí en esta solemne y maravillosa tierra, nuestras vidas son más que nuestros cuerpos físicos, nuestro equilibrio mental o nuestras relaciones sociales.

Por eso reconociendo que el corazón de nuestra integridad está en nuestra relación más profunda con nuestra alma, que es la conexión con nuestro compás espiritual, nos lleva a tomar la responsabilidad completa de nuestro bienestar en todos los sentidos, porque siempre buscamos el mayor equilibrio que nos lleva a comprender el aspecto espiritual.

Para poder lograr este balance debemos de aprender a callar nuestra mente, y hacer paz con nuestro ego que siempre quiere y busca la forma de llamar la atención.

Si aprendemos a comprender su presencia con agradecimiento logramos escuchar sin justificar y querer tener siempre la razón, así nuestra vida se convertirá en un viaje mucho más armonioso con la humanidad y es aquí que en esta unión con Dios, el universo infinito como el Tao, que nos establece nuestro cuerpo y mente, porque ya hemos logrado entender nuestros valores y creencias a su profundidad, de quienes realmente somos.

Ahora, reflexionemos, nuestro divino creador quiere que abracemos la unidad única entre todos para poder brillar un gran ejemplo a nuestra humanidad, aprendamos a entregarnos de corazón y ceder cuando en el momento se requiere, esto nos da el don de permanecer conectados, ser más flexibles como las palmas que en medio de las tormentas siempre permanecen derechas.

Cuando aprendamos a vivir en este estado, no vamos a tener momentos de sentirnos a la defensiva, porque ya hemos logrado vivir permanentemente con nuestro verdadero poder de persistencia, una plenitud de nuestro entorno y una valentía sincera, devolviéndonos nuestras hermosas virtudes.