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Conocerse a uno mismo es la clave principal que nos da el don de comprender a los demás, conservando la piedad y la comprensión porque así podemos vivir en paz.

Entre más autoconsciencia obtengamos, más vamos comprendiendo a nuestra energía vital, nuestros errores y así logramos comprender al mundo que nos rodea.

Dios, el universo infinito, como el Tao, nos demuestra formas para que podamos ver con más claridad por medio de los mismos conocimientos que vamos despertando como seres humanos sobre lo que realmente podemos hacer, en vez de concentrarnos en todas las cosas que no podemos cambiar y vamos reconociendo que no tenemos el control en todo y que esto tampoco significa una resignación porque en realidad esto nos enseña abrir nuevas y grandes oportunidades de posibilidades en vez de forzar cambios.

La frecuencia de cada vida posee su destino y termina desembocando en el mar eterno e infinito con nuestro creador, llevar una vida plena de tal forma es llegar a su fin físico sin terminarse, así como tampoco mueren las gotas de agua en un arroyo al llegar a los mares y océanos, la existencia siempre continua como parte de algo magnífico y perpetuo, indudablemente es una vida eterna.

Reflexionemos, mantener una relación espiritual con nuestro creador nos mantiene con fuerza y energía, entendiendo que la vitalidad es el combustible de la excelencia y los éxitos, por lo que nunca pasan la importancia del cuerpo, al ejercer docilidad física con fuerza de voluntad y determinación, vamos desarrollando su vigor y energía de una manera muy natural y muy saludable.

Esto es vivir con una vista de base espiritual y es la única forma que podemos resistir las pruebas que vienen con el tiempo, porque aquel que vive una vida rica en significado, queriendo ayudar a los demás, vive para siempre en los corazones de las personas que lo recordarán con mucho cariño y profundidad.