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En esta materia física que creemos que lo somos todo, es muy fácil que con las visiones trascendentes de consciencia que tengamos ilusiones y deseos sin fundamentos que son la causa que nos desvían del verdadero camino hacia la sabiduría y la iluminación.

Para el ser humano en común, la verdad y la prudencia, pueden ser menos llamativos, pero este es el lugar de donde nace la integridad y la misericordia absoluta, algo mucho más llamativo para nuestro espíritu y corazón.

Esto nos lleva a la importancia de estar en silencio en oración o meditación, de abrir el campo a los valores espirituales en nuestra vida cotidiana, que es lo que realmente nos obsequia el mayor crecimiento espiritual.

Dios, el universo infinito como el Tao, son el gran ejemplo de cómo la ley natural del mismo universo gobierna todo y permanece inagotable, donde el mismo Universo puede diluirse sin que la ley de su destino lo haga.

Reflexionemos, las cosas más valiosas e importantes de la vida están bajo nuestros mismos sentimientos. Encontrar el balance del control de nuestras emociones y sentidos, es lo que podemos lograr con los años en nuestro camino espiritual, y es donde aprendemos a pensar como nuestro Creador, porque cuando nos limitamos a nuestros mayores deseos, somos capaces de lograr momentos mucho más puros y sencillos, porque al ver nuestros deseos en forma sencilla, no solo seremos más felices con los resultados, sino que también aprendemos a escuchar la voz interna de nuestro corazón, que siempre nos guía a tomar mejores decisiones, porque aquí ya estamos en armonía con nuestras propias acciones, reconociendo que somos uno con nuestro creador y recibiendo su poderosa Iluminación.